Testimonios recibidos en la Web
Torrejón de Ardoz, 30 de Diciembre de 2.016 (fiesta de la Sagrada Familia)
Amada familia en el Divino Corazón de Jesús y en el Inmaculado Corazón de María: Me dirijo a Vdes., con la intención de darles un testimonio que he dado muchas veces pero no a Vdes. Tengo un hijo enfermo y esta mañana me he dado cuenta que tal vez tenía que haberles comunicado a Vdes. Lo que ocurrió.
Hace mucho tiempo por lo que algunos detalles no los recuerdo bien pero otros estarán en mi memoria siempre.
A finales de los años 80 mi padre enfermó con tan mala suerte que al día siguiente de ingresarle en el hospital se pusieron de huelga que duro más o menos un mes. El abandono de los enfermos era de auténtica vergüenza. En esta situación una tarde vinieron a visitarnos unas señoras de una parroquia (no recuerdo el nombre) y nos hablaron de Monte Umbe y Garabandal. Cuando les conté la situación que teníamos una de ellas me dijo que había traído agua de la Virgen que curaba y que si quería me la traía. La dije que sí y me la trajo. Con un pañuelo humedecido en aquella agua bendita empecé a darle a mi padre en sus partes dolidas y sin ninguna otra medicación ni atención médica, a mi padre se le bajó la hinchazón y poco a poco comenzó a levantarse y cuando conseguí una silla de ruedas empecé a bajarle a la capilla y pasear por el hospital. También salía y le compraba comida que se comía con gusto, prometí a la Virgen que aquel verano iríamos a darle gracias. Cuando acabo la huelga mi padre estaba mucho mejor y ya andaba sin la silla, pero después de tanto tiempo de abandono faltaban camas y empezaron a hacerles las tan deseadas pruebas sin saber que a todos los que le hacían la prueba los reventaban por dentro y todos morían de la misma forma. Mi padre también murió así, sin embargo yo sabía que el agua de la Virgen lo estaba curando, así es que la promesa seguía en pie, pero estábamos en la época del terrorismo y aquel verano no fuimos, aunque yo sabía que la promesa tenía que cumplirla.
Como el terrorismo no cesaba años más tarde organicé unas vacaciones en Santander con la intención de cumplir la promesa y como no recordaba si el agua era de Garabandal o Monte Umbe fuimos a Garabandal (con la esperanza de que fuera allí y dar de lado a Bilbao) y… ¡allí no había agua! No quedaba más remedio que ir a Monte Umbe. Mire bien los mapas para dar de lado a Bilbao y llegar a Monte Umbe sin parar en ningún sitio ni hablar con nadie, pues tenía miedo que nos hicieran algo malo.
Cuando íbamos llegando con todo muy bien planificado nos encontramos con la carretera cortada por obras. ¡Qué miedo! ¡Que disgusto! Al final tuvimos que preguntar y aunque nos orientaron bien el miedo estaba ahí. Por fin llegamos. Hicimos lo que nos indicaron y procuramos volver sin pasar por Bilbao, pero con las obras y una nube negra que se puso y a pesar de ser medio día se hizo de noche, ocurrió lo que menos queríamos. ¡Nos vimos en una plaza en el mismo Bilbao! De noche (aunque era de día) sin luz y en obras. Dimos varias vueltas y siempre llegábamos al mismo sitio. Por más que lo intentamos evitando pedir ayuda a los transeúntes no pudimos conseguirlo y al final tuvimos que preguntar a un señor, que nos que nos atendió muy amablemente indicándonos por donde salir, pero no fiándonos preguntamos a otro y ocurrió lo mismo. Al final no nos quedó más remedio que seguir sus indicaciones y gracias a ellas conseguimos salir de allí. Al ver que ya estábamos en el camino de vuelta di gracias a la Virgen por habernos sacado de aquel lugar, y entonces sentí en mi interior una voz de mujer muy enfadada que me decía: ¿Quién eres tú, para juzgar a mis hijos? Qué vergüenza sentí. Le pedí perdón y le prometí que nunca más volvería a juzgar a nadie y menos aún por eso. En aquel momento se disipo la nube y salió el sol.
Hasta aquí la primera parte de esta experiencia inolvidable. Ahora les doy testimonio de la segunda.
Tenía mi hijo un soplo de corazón y le llevaba dos veces al año a San Rafael para revisión. En el mes de mayo de aquel año (no recuerdo el año) recibimos una carta en la cual se nos comunicaba que quedaba exentó de la mili por problemas de salud o algo así. En el mes de junio (del mismo año) mi marido tuvo un accidente y el médico me dijo que habían podido salvarle el dedo pero la uña había perdido la raíz y se quedaría sin ella. No recuerdo si era finales de julio o primeros de agosto cuando tenía preparada las vacaciones, pero el caso es que mi marido con el tratamiento y autorización del médico pudo realizar el viaje. En Monte Umbe hicimos todo lo que se indicaba y la sorpresa fue que al volver a Madrid y al médico este se sorprendido porque le estaba apareciendo uña a mi marido. Por más que miraba la radiografía no se lo podía creer pues era imposible que le saliera uña ya que había perdido la raíz. Tiene uña. La segunda sorpresa fue cuando fuimos a la revisión del hijo y el soplo inexplicablemente ¡había desaparecido! Y el chico pudo realizar sus sueños de hacer senderismo, alpinismo, osteología etc., pero poco a poco las cosas le fueron cambiando hasta encontrarse en la triste situación en que se encuentra, pues en este momento su vida y su salud es un callejón sin salida. Tengo que aclarar que el viaje no fue para pedir curación de ninguno de los dos pues estaba asumido y aceptado. El viaje fue para cumplir la promesa que hice cuando mejoró a mi padre.
No sé si será por haber contado esta maravilla de Nuestra Madre La Virgen a otras personas y no a Vdes. Pero sea lo que sea aquí está mi testimonio. Por cierto muy rara vez veo los telediarios. Si en mi mano cae algún periódico solo echo un vistazo a las letras grandes y solo leo algún artículo que me interese mucho (si es que lo hay).
Deseándoles toda clase de bendiciones me despido de Vdes. Enviándoles un cordial saludo
Pilar H.
D.S.C.J.M
Amada familia en el Divino Corazón de Jesús y en el Inmaculado Corazón de María: Me dirijo a Vdes., con la intención de darles un testimonio que he dado muchas veces pero no a Vdes. Tengo un hijo enfermo y esta mañana me he dado cuenta que tal vez tenía que haberles comunicado a Vdes. Lo que ocurrió.
Hace mucho tiempo por lo que algunos detalles no los recuerdo bien pero otros estarán en mi memoria siempre.
A finales de los años 80 mi padre enfermó con tan mala suerte que al día siguiente de ingresarle en el hospital se pusieron de huelga que duro más o menos un mes. El abandono de los enfermos era de auténtica vergüenza. En esta situación una tarde vinieron a visitarnos unas señoras de una parroquia (no recuerdo el nombre) y nos hablaron de Monte Umbe y Garabandal. Cuando les conté la situación que teníamos una de ellas me dijo que había traído agua de la Virgen que curaba y que si quería me la traía. La dije que sí y me la trajo. Con un pañuelo humedecido en aquella agua bendita empecé a darle a mi padre en sus partes dolidas y sin ninguna otra medicación ni atención médica, a mi padre se le bajó la hinchazón y poco a poco comenzó a levantarse y cuando conseguí una silla de ruedas empecé a bajarle a la capilla y pasear por el hospital. También salía y le compraba comida que se comía con gusto, prometí a la Virgen que aquel verano iríamos a darle gracias. Cuando acabo la huelga mi padre estaba mucho mejor y ya andaba sin la silla, pero después de tanto tiempo de abandono faltaban camas y empezaron a hacerles las tan deseadas pruebas sin saber que a todos los que le hacían la prueba los reventaban por dentro y todos morían de la misma forma. Mi padre también murió así, sin embargo yo sabía que el agua de la Virgen lo estaba curando, así es que la promesa seguía en pie, pero estábamos en la época del terrorismo y aquel verano no fuimos, aunque yo sabía que la promesa tenía que cumplirla.
Como el terrorismo no cesaba años más tarde organicé unas vacaciones en Santander con la intención de cumplir la promesa y como no recordaba si el agua era de Garabandal o Monte Umbe fuimos a Garabandal (con la esperanza de que fuera allí y dar de lado a Bilbao) y… ¡allí no había agua! No quedaba más remedio que ir a Monte Umbe. Mire bien los mapas para dar de lado a Bilbao y llegar a Monte Umbe sin parar en ningún sitio ni hablar con nadie, pues tenía miedo que nos hicieran algo malo.
Cuando íbamos llegando con todo muy bien planificado nos encontramos con la carretera cortada por obras. ¡Qué miedo! ¡Que disgusto! Al final tuvimos que preguntar y aunque nos orientaron bien el miedo estaba ahí. Por fin llegamos. Hicimos lo que nos indicaron y procuramos volver sin pasar por Bilbao, pero con las obras y una nube negra que se puso y a pesar de ser medio día se hizo de noche, ocurrió lo que menos queríamos. ¡Nos vimos en una plaza en el mismo Bilbao! De noche (aunque era de día) sin luz y en obras. Dimos varias vueltas y siempre llegábamos al mismo sitio. Por más que lo intentamos evitando pedir ayuda a los transeúntes no pudimos conseguirlo y al final tuvimos que preguntar a un señor, que nos que nos atendió muy amablemente indicándonos por donde salir, pero no fiándonos preguntamos a otro y ocurrió lo mismo. Al final no nos quedó más remedio que seguir sus indicaciones y gracias a ellas conseguimos salir de allí. Al ver que ya estábamos en el camino de vuelta di gracias a la Virgen por habernos sacado de aquel lugar, y entonces sentí en mi interior una voz de mujer muy enfadada que me decía: ¿Quién eres tú, para juzgar a mis hijos? Qué vergüenza sentí. Le pedí perdón y le prometí que nunca más volvería a juzgar a nadie y menos aún por eso. En aquel momento se disipo la nube y salió el sol.
Hasta aquí la primera parte de esta experiencia inolvidable. Ahora les doy testimonio de la segunda.
Tenía mi hijo un soplo de corazón y le llevaba dos veces al año a San Rafael para revisión. En el mes de mayo de aquel año (no recuerdo el año) recibimos una carta en la cual se nos comunicaba que quedaba exentó de la mili por problemas de salud o algo así. En el mes de junio (del mismo año) mi marido tuvo un accidente y el médico me dijo que habían podido salvarle el dedo pero la uña había perdido la raíz y se quedaría sin ella. No recuerdo si era finales de julio o primeros de agosto cuando tenía preparada las vacaciones, pero el caso es que mi marido con el tratamiento y autorización del médico pudo realizar el viaje. En Monte Umbe hicimos todo lo que se indicaba y la sorpresa fue que al volver a Madrid y al médico este se sorprendido porque le estaba apareciendo uña a mi marido. Por más que miraba la radiografía no se lo podía creer pues era imposible que le saliera uña ya que había perdido la raíz. Tiene uña. La segunda sorpresa fue cuando fuimos a la revisión del hijo y el soplo inexplicablemente ¡había desaparecido! Y el chico pudo realizar sus sueños de hacer senderismo, alpinismo, osteología etc., pero poco a poco las cosas le fueron cambiando hasta encontrarse en la triste situación en que se encuentra, pues en este momento su vida y su salud es un callejón sin salida. Tengo que aclarar que el viaje no fue para pedir curación de ninguno de los dos pues estaba asumido y aceptado. El viaje fue para cumplir la promesa que hice cuando mejoró a mi padre.
No sé si será por haber contado esta maravilla de Nuestra Madre La Virgen a otras personas y no a Vdes. Pero sea lo que sea aquí está mi testimonio. Por cierto muy rara vez veo los telediarios. Si en mi mano cae algún periódico solo echo un vistazo a las letras grandes y solo leo algún artículo que me interese mucho (si es que lo hay).
Deseándoles toda clase de bendiciones me despido de Vdes. Enviándoles un cordial saludo
Pilar H.
D.S.C.J.M