Testimonio resumido.
Fecha Testimonio: 1980 (casi 7 años desde la curación)
Nombre: Federico L. M. Ciudad: Barcelona (Cataluña) Edad: xx
Enfermedad desde: Enero de 1973
Fecha curación: Abril de 1973
Utilizó el agua: En Umbe
Enfermedad, Dolencia: TUMOR CEREBRAL
MI HIJO SANÓ TOTALMENTE DE UN TUMOR CEREBRAL DEL CUAL NO PODÍA SER INTERVENIDO QUIRURJICAMENTE, POR INTERCESIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN PURA DOLOROSA DE UMBE.
Hoy después de seis años y medio del milagro, y dentro del mismo año en que el médico neurólogo le ha dado el alta definitiva, después de tener en observación al paciente durante los mencionados seis años y medio, escribo el presente relato del milagroso hecho acaecido, como hijo agradecido de la Santísima Virgen María.
Yo Federico L. P., padre del niño Federico L. M. con domicilio en Barcelona, calle xxxxx, Nº xxxx, Piso xxxx, hago este relato, lo más fielmente que me permita la memoria, para que este hecho sea conocido y así dar Gloria a Dios Nuestro Señor.
Todo empezó en el mes de Enero de 1973, nos dimos cuenta que la mano izquierda la movía con acusada torpeza. Lo llevamos al médico y este nos dijo que los síntomas eran de haber una lesión en el cerebro, recuerdo que hizo andar al niño a la pata coja con el pie izquierdo y no pudo hacerlo, por más que se esforzó mucho, en cambio sí pudo andar con el pie derecho. A continuación lo visitó un neurocirujano y después de diversas pruebas y radiografías, dictaminó que se trataba de un tumor cerebral, localizado entre el tálamo óptico y el tercer ventrículo. De muy difícil acceso pero del que tenía que ser intervenido lo más pronto posible, fijo la fecha de la operación para dos o tres días más tarde.
Llegando este día, empezó la operación y a las tres horas de intervención fue interrumpida ya que según dijo el doctor, este tumor era inaccesible al bisturí y a la técnica hasta ahora conocida; declarando dicho doctor que no había remedio para el niño, dándole una duración de vida de tres a cuatro semanas.
Como es lógico no me conformé con esta sentencia, de manera que pedí que se hiciera una consulta de médicos con el mejor neurocirujano, consulta que tuvo lugar tres días más tarde con el Doctor L., el cual se mostró partidario de volver a intentar la operación, a lo que se negó el primer doctor que lo intervino alegando que no había remedio para el niño.
Unos días más tarde, no más de tres, el niño fue ingresado en la Residencia Sanitaria Francisco Franco, en donde fue intentada por segunda vez la operación, que también tuvo que ser interrumpida como la primera, declarando ya definitivamente que no había remedio.
A los pocos días me anunció el médico que había decidido aplicar radioterapia, pero sin grandes esperanzas ya que si el niño vivía dos o tres años no se podía decir que estuviese salvado. Nuevamente nació en mí la esperanza, hasta que otro médico y la monja que lo atendía me dijeron, que lo único que se iba a hacer al niño con la radioterapia era alargarle la vida. El niño no se aguantaba en pie, ya que el tumor iba paralizando su cuerpo y lo único que movía con soltura era la mano derecha.
A los treinta días de estar en la Residencia, trajimos al niño a casa y unos días más tarde empezaron a aplicarle radioterapia en la Clínica de radiología Modolell y Manchón. Fue atendido por el Doctor M., recuerdo que su esposa le preguntó cómo quedaban estos enfermos y el Doctor contestó sin ningún titubeo, que muy mal.
Mientras estaba en la Residencia Sanitaria, leí el libro “Y el agua seguirá curando”, me lo trajo junto a una botella de agua de Umbe la Señora Doña Isabel E. de V., amiga de la familia, natural de Éibar y residente en Barcelona. Debo decir que leí el libro con mucho escepticismo, aún que soy católico practicante, llegué a la conclusión que era una historia más de apariciones.
En vista de la poca esperanza de salvación, tomé la decisión de llevar al niño a Umbe. Empecé por dirigirme por carta al Hermano U. para que me informara sobre la manera de llegar a Umbe. Me contestó yo creo que a vuelta de correo dándome instrucciones al respecto, también me envió la dirección de Doña Felisa Sistiaga, a la cual también escribí sobre el caso y pidiéndole oraciones.
Preparé el viaje y salimos para Bilbao en coche cama, un viernes mes de Abril del mencionado año 1973 a las 8 de la tarde llegando a Bilbao a las 10 horas del día siguiente. En la estación nos esperaba una prima hermana mía Bienvenida P. R., religiosa Carmelita que por aquel entonces estaba en el colegio que está orden tiene en Amorebieta. Después de lo primero que hice fue telefonear al Hermano U. para decirle que habíamos llegado y pasaba a recogerle con un automóvil de alquiler para ir a casa de Doña Felisa Sistiaga y de allí al Alto de Umbe, lugar de las apariciones. Así lo hicimos, como no cabíamos todos en el automóvil, el Hermano U. se quedó con la familia Arrieta rezando el Santo Rosario, mientras nosotros acompañados de Doña Felisa Sistiaga nos dirigimos al lugar de las apariciones e implorar el tan deseado y esperado milagro. A todo esto debo recordar que mi hijo no podía andar por lo cual tenía que llevarlo en brazos. Rezamos creo recordar los quince misterios del Rosario, todos nos lavamos la cara y los pies como acto de Fe en la promesa de la Santísima Virgen. Terminada nuestra oración regresamos a la casa de la familia Arrieta, en donde dejamos a Doña Felisa Sistiaga, no recuerdo si acompañé a la Universidad de Deusto al Hermano U.; después nos dirigimos a Amorebieta, para acompañar a nuestra prima religiosa, nos hicieron quedar a comer y a las veinte horas volvimos a salir en tren hacía Barcelona, a donde llegamos a las once horas del día siguiente Domingo.
Hasta aquí todo sucedió con normalidad, el niño seguía sin poder andar. Trascurrió aquel Domingo, al día siguiente por la mañana fui a trabajar y recuerdo que toda la mañana estuve pensando con el niño que no había experimentado ninguna mejoría. Al mediodía regresé a casa a comer, el niño seguía sentado en su sillón, fue entonces cuando le pedí que nos diera una alegría e hiciera un esfuerzo y tratara de andar, así lo hizo y así fue, con un poco de cuidado y despacio anduvo por el pasillo de nuestra casa, este acontecimiento nos puso muy contentos a todos y nos hizo pensar en que podía haberse iniciado la mejoría.
Aquella tarde al llegar a la clínica en donde le hacía al niño el tratamiento de radioterapia, le hice entrar por su propio pie, causando una gran sorpresa al médico y a la enfermera ya que por los días que llevaba de tratamiento no era normal esta mejoría. A partir de ese día el niño fue mejorando, siendo la admiración de todos los que lo veían. Un médico nos dijo que a veces ocurren cosas que son inexplicables.
Hoy han pasado ya casi siete años desde que ocurrió esta feliz curación. El médico neurólogo que lo ha llevado a mejor, que lo ha vigilado durante todo este tiempo, le ha dado el alta definitiva hace aproximadamente nueve meses y el niño hace vida totalmente normal.
Al terminar este escrito quisiera hacer constar, que me he limitado a relatar los hechos de la forma más sencilla que ha sabido, quitándole todo viso de sensacionalismo, sin añadir ni quitar nada pues ha sido sencillamente eso:
OTRO MILAGRO DE LA DIVINA PROVIDENCIA POR INTERCESIÓN DE LA VIRGEN PURA DOLOROSA DE ALTO DE UMBE.
Firmado: Federico L. P.
Informes: No se aporta
Nombre: Federico L. M. Ciudad: Barcelona (Cataluña) Edad: xx
Enfermedad desde: Enero de 1973
Fecha curación: Abril de 1973
Utilizó el agua: En Umbe
Enfermedad, Dolencia: TUMOR CEREBRAL
MI HIJO SANÓ TOTALMENTE DE UN TUMOR CEREBRAL DEL CUAL NO PODÍA SER INTERVENIDO QUIRURJICAMENTE, POR INTERCESIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN PURA DOLOROSA DE UMBE.
Hoy después de seis años y medio del milagro, y dentro del mismo año en que el médico neurólogo le ha dado el alta definitiva, después de tener en observación al paciente durante los mencionados seis años y medio, escribo el presente relato del milagroso hecho acaecido, como hijo agradecido de la Santísima Virgen María.
Yo Federico L. P., padre del niño Federico L. M. con domicilio en Barcelona, calle xxxxx, Nº xxxx, Piso xxxx, hago este relato, lo más fielmente que me permita la memoria, para que este hecho sea conocido y así dar Gloria a Dios Nuestro Señor.
Todo empezó en el mes de Enero de 1973, nos dimos cuenta que la mano izquierda la movía con acusada torpeza. Lo llevamos al médico y este nos dijo que los síntomas eran de haber una lesión en el cerebro, recuerdo que hizo andar al niño a la pata coja con el pie izquierdo y no pudo hacerlo, por más que se esforzó mucho, en cambio sí pudo andar con el pie derecho. A continuación lo visitó un neurocirujano y después de diversas pruebas y radiografías, dictaminó que se trataba de un tumor cerebral, localizado entre el tálamo óptico y el tercer ventrículo. De muy difícil acceso pero del que tenía que ser intervenido lo más pronto posible, fijo la fecha de la operación para dos o tres días más tarde.
Llegando este día, empezó la operación y a las tres horas de intervención fue interrumpida ya que según dijo el doctor, este tumor era inaccesible al bisturí y a la técnica hasta ahora conocida; declarando dicho doctor que no había remedio para el niño, dándole una duración de vida de tres a cuatro semanas.
Como es lógico no me conformé con esta sentencia, de manera que pedí que se hiciera una consulta de médicos con el mejor neurocirujano, consulta que tuvo lugar tres días más tarde con el Doctor L., el cual se mostró partidario de volver a intentar la operación, a lo que se negó el primer doctor que lo intervino alegando que no había remedio para el niño.
Unos días más tarde, no más de tres, el niño fue ingresado en la Residencia Sanitaria Francisco Franco, en donde fue intentada por segunda vez la operación, que también tuvo que ser interrumpida como la primera, declarando ya definitivamente que no había remedio.
A los pocos días me anunció el médico que había decidido aplicar radioterapia, pero sin grandes esperanzas ya que si el niño vivía dos o tres años no se podía decir que estuviese salvado. Nuevamente nació en mí la esperanza, hasta que otro médico y la monja que lo atendía me dijeron, que lo único que se iba a hacer al niño con la radioterapia era alargarle la vida. El niño no se aguantaba en pie, ya que el tumor iba paralizando su cuerpo y lo único que movía con soltura era la mano derecha.
A los treinta días de estar en la Residencia, trajimos al niño a casa y unos días más tarde empezaron a aplicarle radioterapia en la Clínica de radiología Modolell y Manchón. Fue atendido por el Doctor M., recuerdo que su esposa le preguntó cómo quedaban estos enfermos y el Doctor contestó sin ningún titubeo, que muy mal.
Mientras estaba en la Residencia Sanitaria, leí el libro “Y el agua seguirá curando”, me lo trajo junto a una botella de agua de Umbe la Señora Doña Isabel E. de V., amiga de la familia, natural de Éibar y residente en Barcelona. Debo decir que leí el libro con mucho escepticismo, aún que soy católico practicante, llegué a la conclusión que era una historia más de apariciones.
En vista de la poca esperanza de salvación, tomé la decisión de llevar al niño a Umbe. Empecé por dirigirme por carta al Hermano U. para que me informara sobre la manera de llegar a Umbe. Me contestó yo creo que a vuelta de correo dándome instrucciones al respecto, también me envió la dirección de Doña Felisa Sistiaga, a la cual también escribí sobre el caso y pidiéndole oraciones.
Preparé el viaje y salimos para Bilbao en coche cama, un viernes mes de Abril del mencionado año 1973 a las 8 de la tarde llegando a Bilbao a las 10 horas del día siguiente. En la estación nos esperaba una prima hermana mía Bienvenida P. R., religiosa Carmelita que por aquel entonces estaba en el colegio que está orden tiene en Amorebieta. Después de lo primero que hice fue telefonear al Hermano U. para decirle que habíamos llegado y pasaba a recogerle con un automóvil de alquiler para ir a casa de Doña Felisa Sistiaga y de allí al Alto de Umbe, lugar de las apariciones. Así lo hicimos, como no cabíamos todos en el automóvil, el Hermano U. se quedó con la familia Arrieta rezando el Santo Rosario, mientras nosotros acompañados de Doña Felisa Sistiaga nos dirigimos al lugar de las apariciones e implorar el tan deseado y esperado milagro. A todo esto debo recordar que mi hijo no podía andar por lo cual tenía que llevarlo en brazos. Rezamos creo recordar los quince misterios del Rosario, todos nos lavamos la cara y los pies como acto de Fe en la promesa de la Santísima Virgen. Terminada nuestra oración regresamos a la casa de la familia Arrieta, en donde dejamos a Doña Felisa Sistiaga, no recuerdo si acompañé a la Universidad de Deusto al Hermano U.; después nos dirigimos a Amorebieta, para acompañar a nuestra prima religiosa, nos hicieron quedar a comer y a las veinte horas volvimos a salir en tren hacía Barcelona, a donde llegamos a las once horas del día siguiente Domingo.
Hasta aquí todo sucedió con normalidad, el niño seguía sin poder andar. Trascurrió aquel Domingo, al día siguiente por la mañana fui a trabajar y recuerdo que toda la mañana estuve pensando con el niño que no había experimentado ninguna mejoría. Al mediodía regresé a casa a comer, el niño seguía sentado en su sillón, fue entonces cuando le pedí que nos diera una alegría e hiciera un esfuerzo y tratara de andar, así lo hizo y así fue, con un poco de cuidado y despacio anduvo por el pasillo de nuestra casa, este acontecimiento nos puso muy contentos a todos y nos hizo pensar en que podía haberse iniciado la mejoría.
Aquella tarde al llegar a la clínica en donde le hacía al niño el tratamiento de radioterapia, le hice entrar por su propio pie, causando una gran sorpresa al médico y a la enfermera ya que por los días que llevaba de tratamiento no era normal esta mejoría. A partir de ese día el niño fue mejorando, siendo la admiración de todos los que lo veían. Un médico nos dijo que a veces ocurren cosas que son inexplicables.
Hoy han pasado ya casi siete años desde que ocurrió esta feliz curación. El médico neurólogo que lo ha llevado a mejor, que lo ha vigilado durante todo este tiempo, le ha dado el alta definitiva hace aproximadamente nueve meses y el niño hace vida totalmente normal.
Al terminar este escrito quisiera hacer constar, que me he limitado a relatar los hechos de la forma más sencilla que ha sabido, quitándole todo viso de sensacionalismo, sin añadir ni quitar nada pues ha sido sencillamente eso:
OTRO MILAGRO DE LA DIVINA PROVIDENCIA POR INTERCESIÓN DE LA VIRGEN PURA DOLOROSA DE ALTO DE UMBE.
Firmado: Federico L. P.
Informes: No se aporta
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